lunes, 22 de marzo de 2010

Reflexiones sobre Polígonos y Jam Session


Os dejo un texto que habla sobre la música y lo que la rodea, tanto espiritual como físicamente. Un Polígono industrial sirve de escenario.

"El Triple", Jerez y no te vayas que canta Chavela


Escrito por: Alfonso García de Góngora el 19 Mar 2010

Tiendas de muebles, centros comerciales, mayoristas, concesionarios de automóviles, talleres...los polígonos industriales son los cuartos trasteros de las casas que jamás enseñamos a las visitas. Allí guardamos los trastos y aunque pongamos un triste cuadro, una maceta, bien sabemos que su fealdad necesaria en nada nos ennoblece ni ninguna solera aporta a nuestras casas.

Cuando llega la noche, los polígonos tienen un compás de miedo, como de película de terror o cine negro. Nadie pasea esas avenidas que para el circular de los coches se hicieron, las farolas doblan el cuello como replicantes; existe un silencio que no es de este mundo. Los coches se apresuran no sea que queden clavados y salga un navajero sin pastillas a pedir, una puta conservada en hielo plante la cara en el cristal o el vigilante tenga un día malo y vulanos de películas del Oeste en la cabeza y quiera hacer justicia en el Corral aunque no sea ok.

Como todos, el parque empresarial el Oeste en Jerez aunque con un toque de distinción: las bodegas, la cercanía de la carretera, la promesa de Sanlúcar o Chipiona a pocos kilómetros y..."El Triple": tapas, copas y música en directo. Es un bar de difícil arquitectura exterior; sobrio, elegante, toque antiguo por dentro.

Ayer crucé la puerta como un forastero buscando el pájaro antiguo de la música, la perla de todas las artes y me recibió una hermosa mujer contando que aún Sabina no ha perdonado a su princesa, un hombre ya mayor con el alma puesta en la batería; otro, delgado, rasgando la guitarra...

Los queridos alucinados que no se conforman con los inútiles trabajos o el paro que devora. Necesitados de la cerveza y el altavoz.

Creer por unas horas que somos los míticos habitantes de un país luminoso que luchamos contra el tedio de los sillones y los televisores-angustia de las casas. Los cuerpos que se mueven con el hálito sensual del sur, de todos los sures, de todas las orillas antiguas de las músicas. Creer en esa nota prodigiosa que nos salió, el acorde que buscábamos hace tiempo, la queja de la voz que no llega pero hoy sí llegó.

Trasiegos de cervezas, abrazos, miradas que se cruzan como paquebotes en la noche.

Y el rock y el blues y los instrumentos que cambian de mano y qué más da que tardes en acoplarte y qué más da que las multitudes no acudan si un beso vale más que mil palabras o una ovación cerrada.

Rock, blues, Sabina

Suavemente con esa canción

Música contra la muerte

Hermoso ruido

Música-antesala del amor y la palabra

Música que entonaban los hechiceros

Hermosa armonía

Música contra los imbéciles

Música contra la contramúsica

Suave para la confidencia

Sonora para preparar el amor

Música para aguantarnos y querernos

Sin más argumento

Música a solas

Guitarras, bajos, baquetas, gargantas...adelante que el mundo se hunde, que nos hundimos todos en esta sociedad de mediocres. Sal, chiquilla, toca la guitarra, acaricia el bajo aunque no tengas ni idea porque tus ojos se iluminan y camarero, otra sin alcohol.

Gracias por la noche hijo mío, ese es tu mundo y el mío aunque a mí se me de mejor juntar palabras pero me he movido con esa emoción que le pones a tus manos cuando arrancan del bajo el ritmo, el son, la alegría o la necesaria tristura. Me voy que ya es tarde

Aún no que sale Chavela y se me va a poner el alma a cántaros.


Gracias papá